Velas por la Libertad
- Jack Goldstein
- 11 abr
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Por Marlene Manevich
Cuando empezó la guerra, aumenté el número de velas que normalmente prendo en Shabat, como esa costumbre milenaria que practicamos la mayoría de mujeres judías cuando se va a terminar el día y la noche amenaza con empezar el brillo de las primeras estrellas. Desde ese triste momento, prendo velas por los soldados, por los secuestrados por todos los que no pueden prender para que esa luz ilumine su camino.
Se hizo un acuerdo y fueron liberados la mayoría de los secuestrados que todavía permanecían con vida, a pesar de todo lo que tuvieron que padecer. Devolvieron a la mayoría de los fallecidos en cajones para que se les pudiera dar digna sepultura.
Pero faltan unos pocos que deben estar sufriendo lo indecible, todavía con la esperanza de algún día salir libres. Hasta que no los entreguen, no podemos perder la esperanza de que sea una realidad y puedan volver a sus casas a disfrutar la vida con sus familias. Disfrutar es un decir, pues aunque es una alegría volver a abrazar a los familiares, el proceso de recuperación es un camino bastante largo y tortuoso. Quedan 59 retenidos en los oscuros túneles en manos del Hamás, de los cuales no muchos quedan vivos.
Ahora que viene la festividad de Pesaj, se nos vienen a la mente, el concepto de libertad. Quién tiene derecho a abusar de la libertad de otro, cuando vinimos a este mundo a ser libres.
Es difícil sentarse a la mesa de Pesaj a celebrar ese seder que rinde tributo a esos héroes que salieron de Egipto hace tres mil años para llegar a la Tierra Prometida, sabiendo que hay tantos judíos todavía privados de la libertad, en medio de la oscuridad de esos túneles y lo peor, siendo torturados física y psicológicamente. Como si no fuera suficiente la pérdida de la libertad, los mantienen encerrados en jaulas o en los propios túneles donde no hay oxígeno, ni luz suficiente para poder respirar normalmente. Pesaj es un canto a la libertad y desgraciadamente tenemos que celebrar esta festividad con 59 cautivos aún, de los cuales sólo 24 están con vida, pero en muy malas condiciones de salud.
En el Seder de Pesaj, entonaremos con más fuerza que nunca, ese canto a la libertad, pidiendo para que los secuestrados puedan regresar a Israel, como alguna vez regresaron a la Tierra Prometida, los esclavos que padecieron en Egipto la falta de libertad a manos del faraón. También dejaremos la silla vacía en homenaje a los que hoy están privados de la añorada libertad y abriremos la puerta como siempre para recibir a Eliahu con la copa llena.
JAG PESAJ SAMEAJ
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