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Foto del escritorJack Goldstein

¡Sí a la democracia!




Por David A. Rosenthal


“La turbulencia de los demagogos derriba los gobiernos democráticos”. Aristóteles

Luego de las pasadas elecciones que definieron el Parlamento colombiano, en donde se pudo evidenciar una evidente irregularidad en el proceso “democrático”, que haría parte de un fraude electoral con respecto a los escrutinios. ¿Cómo es posible que haya un muy probable fraude electoral en Colombia? La respuesta es muy simple, y es que, la democracia en Colombia pende de un hilo e incluso no existe en muchos lugares del país.

La compra de votos ha sido un problema histórico, asimismo el robo de votos, las acusaciones nunca han desparecido y la incidencia de actores armados en las elecciones ha sido en varios episodios de la historia del país un tema que si bien esta aislado del centro, en la periferia ha sido una constante.


De cara a las elecciones presidenciales no debería presentarse un problema de este estilo, pero es lo que está pasando. Hay acusaciones tanto de la izquierda como de la derecha, además de agentes externos. Se debe salvaguardar la poca o mucha democracia que se ha venido construyendo con el paso del tiempo. Colombia no debería repetir esa misma historia reciente del Perú, que ahora la está pagando muy cara. Pedro Castillo ganó con el apoyó del Sendero Luminoso que en víspera de las elecciones hasta una masacre cometieron.


Perú se convirtió en un país ingobernable, claro está que traía problemas del pasado y en este momento es un absurdo prácticamente. Castillo es acusado ahora de “incapacidad moral” y es posible que lo logren remover de su cargo, pues es lo que en los últimos años ha pasado en Perú. En este caso eso sería la salvación del país vecino. Sin embargo, el caso colombiano es mucho más recio, pues, si un candidato de izquierda toma el poder, muy seguramente va a ser difícil que lo deje luego.


Venezuela es el ejemplo de la perdida de la democracia. De seguro Venezuela no era el país más democrático, pero había una democracia, al igual que en Colombia. Una democracia que se fue transformando de poco en poco en una tiranía, autocracia, dictadura, etc., y, que hoy es casi que inamovible, a pesar de los incontables intentos que se han hecho para removerla y se siguen haciendo. Al igual que Cuba, desde el instante que perdió su democracia, nunca más volvió a recuperarla. Si se abre el camino a la inconstitucionalidad, no habrá camino de regreso.


No puede ser que Colombia pierda la democracia que tiene, a pesar de no ser una real democracia en el sentido pleno de la palabra, existe una democracia que se debe salvaguardar en pro de todos. Que haya candidatos que atenten contra la democracia es el verdadero peligro, además, esos mismos, tienen nexos con todos los antidemocráticos y movimientos incluso terroristas, que alteran y ponen en riesgo a la sociedad no solo colombiana, sino mundial.


Se debe respetar la democracia, se debe garantizar la libertad de pensamiento y expresión, como también el derecho a la oposición. Colombia tiene el merito por su historia democrática y el deber a su vez de ser un ejemplo de la democracia en nuestra zona, como lo ha sido.


Lo ideal es que haya una basta cantidad de veedores en las elecciones, de ciudadanos que se estén vigilando entre sí y de diferentes facciones políticas para así garantizar un ejercicio transparente de la jornada electoral como del escrutinio decisivo. Este ejercicio es y debe ser totalmente independiente a la ideología, filiación política e interés individual.

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