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Foto del escritorJack Goldstein

Salónika, el puerto que cerraba en Shabat



IV reunión mundial de la familia Aghion

Siempre tuve una fascinación con la historia de Salónika. La segunda ciudad de Grecia fue, hasta la Shoa, el centro sefaradí por excelencia, el hogar indiscutido del idioma Ladino. Más de 50.000 judíos vivían ahí y constituían el mayor grupo étnico-religioso de una ciudad, junto a importantes poblaciones griegas, turcas, armenias, y por lo menos unos 10.000 donme, aquellos musulmanes cripto-judíos seguidores del falso mesías Shabtai Zvi.


Más de 50.000 judíos vivían ahí y constituían el mayor grupo étnico-religioso de una ciudad, junto a importantes poblaciones griegas, turcas, armenias, y por lo menos unos 10.000 donme, aquellos musulmanes cripto-judíos seguidores del falso mesías Shabtai Zvi.

En mayo de 2019 tuve la fortuna de visitar la ciudad para asistir a la IV gran reunión de quienes llevan los apellidos Aghion, Aelion, Aylion y varias otras derivaciones. Cien personas de una docena de países tan exóticos como la Isla de Man, Irlanda y Filipinas nos reunimos para conocernos o estrechar la amistad que forjamos cinco años atrás cuando nos conocimos en Ayllón, el pueblo español de donde todos trazan su ancestro. Durante cuatro días escuchamos las historias personales y los estudios académicos sobre la saga familiar, y visitamos todos los rincones judíos de la ciudad. Incluso aprendimos sobre la rama de la familia que se volvió ashekenazi tras migrar de España a Holanda, y de ahí a Hamburgo y Lituania.

Cincuenta sinagogas (palabra de origen griego); decenas de diarios y semanarios impresos en griego, ladino o hebreo; múltiples escuelas, teatros, restaurantes kosher, impresionantes mansiones, paseos comerciales; el más grande cementerio con medio millón de tumbas que estaban ahí desde 1493, un año después de arribar la gran migración de sefaradim expulsados de España y acogidos por el Sultán otomano; y ese inmenso puerto que hoy tiene cien kilómetros de largo hizo parte de la Salónika judía. Pero por ahí pasaron los nazis y casi que borraron su memoria. Después del ´45 solo 5.000 judíos griegos sobrevivieron, menos del 10% de su comunidad. Encabezando esa máquina de la muerte estaba Kurt Waldheim, quien décadas después habría de ser elegido Canciller de Austria y luego Secretario General de ese adefesio en que se ha convertido las Naciones Unidas. Son pocos quienes hoy en día hablan Ladino; muchos de ellos viven en Turquía. Sin duda, de las grandes tragedias de la Shoa, fue el exterminio de la mayoría de la población de habla ladina en Grecia, Bulgaria, Macedonia y Bosnia.


Hoy quedan en Salónika dos sinagogas, un Chabad y un pequeño centro comunitario para sus 1.000 miembros. Unas pocas mansiones de acaudaladas familias sefaradim son hoy museos, oficinas de gobierno o de ONG´s. Los edificios del puerto quedan como reliquias de arquitectos y empresarios judíos que alguna vez dominaron la ciudad. Tres casas de uno de los ghettos se mantienen en pie. Está también la oxidada estación de tren desde donde deportaron a Auschwitz a la mayoría. El mercado Modiano apenas se deja ver, recuerdo de lo que fue un espacio comercial próspero. Está el hamam judío y una plaza con un monumento a las víctimas de la Shoa justo donde los nazis reunieron por primera vez a los judíos para humillarlos. Salónika cuenta también con un pequeño gran museo con algunas antiquísimas tumbas, el relato de todo lo que alguna vez fue, y unas paredes con los nombres de todas sus víctimas, entre ellas, apellidos como Kamhi y Benveniste que hacen parte de nuestra querida comunidad colombiana. Del gran cementerio hoy solo se aprecia el campus de la Universidad de la ciudad. Hace unos cinco años, gracias a los oficios del alcalde, se pudo erigir un modesto monumento que ya varias veces ha sido vandalizado.  Pero la comunidad es funcional y le apuesta a su futuro. Durante Pesaj, siete hoteles habilitan cocinas kosher para recibir a las multitudes que vienen de Israel, muchos de ellos descendientes de quienes sobrevivieron el Holocausto griego.


Participamos de servicios de shabat y fuimos invitados a cenar por el presidente de la comunidad. El rabino Israel hace doce años fue el asistente del rabino El Harar acá en Bogotá. Visitamos también la judería y sinagoga de Vería, una ciudad a una hora de distancia. Quizás de lo más sentido de esa reunión fue escuchar a Moshé Aelión, de 94 años, sobreviviente de Auschwitz y una de las cinco personas con las que se entrevistó el Papé Francisco durante su visita a Israel. Después de la guerra, Moisés llegó a Israel y durante muchos años sirvió en el ejército. Hoy es escritor y compositor. Escucharlo relatar su historia en ladino fue un placer. Moisés nos conecta con ese pasado glorioso y nos deja en el alma un compromiso con resguardar todo lo que queda de esa cultura sefaradí ladina. Acá les comparto algunos de sus videos y canciones.

En cinco años nos veremos, B”H, en Amsterdam, para seguir los pasos de esa fabulosa migración y reunir aún a más personas. Serán ya 10 desde nuestra primera reunión en Ayllón, y 4 desde el primer gran zoom familiar, cortesía de la pandemia, que a bien tuvo reunir 200 personas, de incluso más países.






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