Próximo año en Jerusalem
Por el jazán Paul Heller
Habiendo residido en Jerusalén durante dos años durante mi juventud y llevando con orgullo una identificación israelí con Jerusalén listada como mi ciudad de residencia, luché con entender la rica diversidad religiosa de la ciudad. Los encuentros con textos en nuestra liturgia me ayudaron a creer firmemente en la importancia de orar por el lugar de Jerusalén en el mundo. Permítanme explicarlo más detalladamente.
En mis oraciones diarias, en el contexto de la profecía de Zacarías y el anhelo del día en que Dios será Uno y su nombre será Uno, estoy convencido de que será posible.
En el próximo Seder y como hacemos todos los años, levantamos el pan de la pobreza, la matzá, y cantamos "Halachmania", invitamos a todos los que quieran unirse a nosotros a venir y sentarse en nuestra mesa, un recordatorio de que no estamos solos. Desde los tonos de "Vehi sheamda" hasta las alegres melodías de "Chad Gadya", evocamos una gama de emociones, recordándonos las pruebas y triunfos del viaje de los israelitas hacia la libertad. La música ha servido como un puente, trascendiendo las palabras e inspirando la unidad en la diversidad. Ya sea a través de la liturgia, himnos tradicionales, melodías folclóricas o composiciones contemporáneas, la música tiene la capacidad de fomentar la empatía, el entendimiento y el diálogo entre comunidades divididas por décadas de conflicto. Acabo de cantar en un concierto del 14 de abril en nuestro hermoso Santuario en mi Sinagogas en Londres las palabras de Isaías 57:19 "Shalom le Karov ve lerachok amar Adon-ai", que traduce como "Paz al cercano y al lejano, dice el Señor". Este es un llamado a toda la humanidad.
Al imaginar la paz en Jerusalén, Ir HaShalom, la ciudad de la Paz, recordemos que Shalom también es uno de los nombres de Dios, por lo tanto, "la ciudad de Dios".
En los momentos finales de la Seder de Pesach, al recitar el tradicional estribillo "Le Shana Habah B’Yerushalaim", hay un mensaje profundo de esperanza e inclusión que se extiende más allá de las fronteras geográficas. Esta declaración, aunque arraigada en el anhelo histórico de regresar a la patria, también sirve como un llamado a la acción para la solidaridad global y la empatía hacia todos los que anhelan la libertad y la paz. "El próximo año en Jerusalén" adquiere una significado añadido este año. Se convierte en una oración no solo por el regreso físico a una ciudad sagrada, sino también por la restauración de la armonía y la convivencia entre todos los habitantes de la región. Independientemente de la nacionalidad, religión o etnia, esta aspiración habla del deseo universal de un futuro donde las personas puedan vivir con dignidad, seguridad y respeto mutuo. La visión de paz en Jerusalén se convierte en un medio poderoso para expresar las esperanzas y aspiraciones compartidas de paz, no solo para los judíos. En el Medio Oriente, donde el conflicto a menudo silencia las voces de la esperanza, nuestra liturgia y música pueden servir como un poderoso recordatorio para la reconciliación y la curación no solo para el pueblo judío, sino para todos. Cantemos con todo nuestro corazón: "El próximo año en Jerusalén". Con mis oraciones por un Pesach con Paz
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