Petro y el demonio de Gaza
Por David A. Rosenthal Para el presidente de Colombia, en Israel no sucedió gran cosa el 7 de octubre del 2023. Para Gustavo Petro, Hamás es un grupo o movimiento social que busca la liberación del pueblo palestino que está bajo el yugo israelí. Para Petro, quemar personas vivas en sus automóviles y casas no es algo muy grave. Para Petro no es de gran relevancia que se decapiten bebés, incluso frente a sus padres. Para Petro es normal que violen y torturen mujeres y luego las quemen vivas. Para Petro, Israel es el terrorista y el neonazi. Para Petro está bien si secuestran a ciudadanos, a inocentes civiles; incluidos niñas y niños, ancianos, adolescentes, mujeres incluso embarazadas y por supuesto hombres.
Para Petro no es de gran relevancia que se decapiten bebés, incluso frente a sus padres. Para Petro es normal que violen y torturen mujeres y luego las quemen vivas.
Para Petro no es alarmante que decapiten soldados que cumplen con su tarea de turno. Para Petro no tiene importancia que hayan sido asesinados dos colombianos dentro de la masacre que cobra ya 1500 muertos. Petro sostiene que hay algo mal en Israel pero no en Hamás. Petro cree que se debe indultar al grupo terrorista más sanguinario de la historia moderna. Ni siquiera Isis decapitó niños en sus cunas, ni apuñaló a mujeres embarazadas hasta que el feto se saliera y murieran desangradas. Hamás no es Isis, Hamás es peor.
Para Gustavo Petro no vale nada la vida de Ivonne Rubio y de Antonio Macías. Estos dos colombianos fueron brutalmente asesinados por Hamás, y aún el presidente de Colombia no se atreve a condenar estos terribles hechos, pues no está del lado del mundo occidental sino del mundo islámico radical y de la siniestra dictadura del Kremlin.
No solo murieron Ivonne y Antonio, murió también una parte de su familia en Israel y también en Colombia. Estas familias destrozadas claman a gritos por sus muertos.
Irán envió a sus monstruosos hombres que tienen sed de sangre y venganza no solo de Israel sino de todo el mundo judeocristiano, es decir, todo el mundo occidental, incluida Latinoamérica. Irán es el demonio y Hamás es el demonio, así que por regla de tres, ¿ quién es Gustavo Petro?
¿Quién más sino el mismo demonio sería capaz de decapitar a los 40 bebés que se encontraron? ¿Dónde están las feministas? ¿Dónde están los defensores de los derechos humanos? No los veo, no los vemos.
No solo murieron Ivonne y Antonio, murió también una parte de su familia en Israel y también en Colombia. Estas familias destrozadas claman a gritos por sus muertos. ¿Dónde está el apoyo de Colombia y su presidente en estos terribles momentos? Del lado de los terroristas no había ningún colombiano, por supuesto. Sin embargo, del lado israelí habían unos cuantos, que a diferencia de Ivonne y de Antonio, corrieron con suerte y no fueron masacrados. Además de los colombianos, por supuesto, gentes de diferentes nacionalidades murieron con la peor de las formas. La palabra que lo define es monstruoso. La forma en la que Hamás acabó con ya más de mil vidas y que pueden ser 2000 en pocos días, cuando se termine de encontrar a los cadáveres y de identificarlos. Actos monstruosos y en contra de la humanidad. Humanidad que el presidente de Colombia desconoce. Escribo desde Israel y sin tomar ningún partido. Sólo con la capacidad de entendimiento y el mínimo sentido común es posible entender instantáneamente que lo sucedido el 7 de octubre es obra del demonio, además en el cumpleaños de Vladimir Putin, da la extraña casualidad. ¿Quién más sino el mismo demonio sería capaz de decapitar a los 40 bebés que se encontraron? ¿Dónde están las feministas? ¿Dónde están los defensores de los derechos humanos? No los veo, no los vemos. Ellos están equivocados, tanto así que parecen ciegos. Defender al demonio y no a los mártires de Israel y del mundo, los hace aliados del mal. Irán, es el enemigo del mundo occidental y del judeocristianismo y está más que claro ya. Rusia su aliado y nuevo mejor amigo, está en una muy extraña posición ahora. Turquía que clama por Gaza y todos los estados, grupos e individuos que tomen una posición como la del presidente de Colombia, no sólo dan vergüenza sino que son un peligro para la humanidad. El demonio se ha tomado el poder de estas naciones.
Las personas que asistieron al evento de música techno, no fueron a matar, ni ha hacer daño a nadie. Iban en nombre de la paz. Jóvenes en su mayoría que habían optado por celebrar en ese día, que además y más importante coincidía con Shabat, el día santo hebreo, y con la sagrada fiesta de Simjat Torah. Es decir se celebraba la fiesta de la Torah, de la Biblia, del viejo testamento y de su importancia como significado de la ley divina, del Bien. La Torah que fue entregada a Moisés en el Sinaí. Simjat Torah, día de gran alegría para el judaísmo, y ¿por qué no? para el cristianismo también, terminó en la mayor masacre que haya existido no solo en toda la historia del Estado moderno de Israel, sino que también es la mayor masacre que un acto terrorista haya perpetrado. No hay presidentes de esto, pero el presidente de Colombia tira alguna carcajada en Palacio cuando lee estas palabras.
Cuesta asimilar por su salvajismo inmoral, entender que alguien no condene estos actos en los que murieron cientos de personas de la forma más brutal y con la mayor angustia y sufrimiento; de hecho, alcanzaron a llamar a sus familias para reportar el horror, y hasta murieron con el teléfono en la mano, dando un último suspiro.
Los terroristas del demonio. Los monstruos que cruzaron de Gaza hacia Israel, destruyendo la frontera que permitía a los palestinos pasar a diario para cumplir con sus trabajos en Israel, destruyeron también a su gente. Pero a ellos no les importa ni su propia gente, y eso el presidente de Colombia no lo quiere entender pues el tiene ese mismo instinto. Los colombianos que han vivido tanto la violencia y saben lo que es el horror del terrorismo y de la falta de humanidad, se compadecen con lo que Israel ha vivido, por desgracia el presidente de Colombia no.
En memoria de Ivonne Rubio y de Antonio Macías, a quien alguna vez conocí y con quien alcancé a compartir alguna pequeña conversación: Que sus vidas, que sus memorias, que sus nombres sean vengados junto con los demás nombres de los exterminados por el demonio de Hamás en esa horrible mañana. Y que sus hijos que quedaron huérfanos o semi huérfanos como tantos otros, tengan el mérito de ver que cada uno de sus padres que se convirtieron un día a la fe judía, hacían parte de un noble pueblo. Un pueblo que respeta la vida inclusive de los hijos de sus enemigos, pues en los hospitales israelíes se atiende hasta ahora mismo a los terroristas que han sido heridos y fueron capturados.
En cambio Hamás utiliza a los bebés israelíes que secuestró, y a los demás prisioneros como escudos humanos y a sus mismos prisioneros, es decir, a los palestinos que viven allí en Gaza. Hamás viola todos los derechos de los niños, mujeres, hombres y ancianos que hacen parte de su mismo pueblo. No se puede esperar nada de estos monstruos mata infantes. El Corán que porta Hamás en sus manos no es más que el demonio entre sus almas. Y no, no es el verdadero Corán. Su Dios no es Allah, ellos sirven al demonio y eso ya está más que entendido, ahora después de ver lo que le sucedió no a Israel, sino a todo el mundo civilizado.
Solo se puede estar en un bando: en el del bien o en el del mal. En el de Israel o en el de Hamás, Hezbolá, Irán y todos sus aliados, incluidos quienes no los condenan. Pues también, el deseo de la impunidad es peor crimen que el propio crimen.
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