Otro invierno más
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Por Marlene Manevich
Este es nuestro tercer invierno en Israel. Esto quiere decir que ya nos vamos aclimatando, a pesar del intenso frío que se siente a veces. Y si nosotros que estamos en la comodidad de nuestras casas, sentimos frío, cómo será el frío que sienten los secuestrados (jatufim) y los soldados (jaialim). Y seguimos en guerra.
Israel tiene gran capacidad militar. El problema es la cantidad numérica de soldados. Hay muchos que llevan demasiado tiempo en el ejército, sin poder descansar porque no hay quien los reemplace. Por otro lado tienen desatendidos sus negocios y profesiones y esto afecta, tanto la economía familiar, como la del país.
Algún día habrá que volver a la normalidad y que la gente pueda volver a viajar a Israel, como un destino elegido, pues muchos ahora sienten temor y desconfianza de venir, pero la verdad es que Israel los espera en todo momento y no hay mayor peligro. Aunque suene irónico, estamos más seguros aquí que en algunos países de la diáspora.
Ha sido importante demostrarle al mundo, y aún más importante a esos dirigentes que creían que iban a acabar con Israel. También los terroristas se habrán dado cuenta que su enemigo, es más grande de lo que pensaron. Que ese David que vieron al comienzo y pensaron en destruir, se les convirtió en un Goliat, que sigue luchando por desarmarlos y eliminarlos. El problema es que se convirtió en una guerra de desgaste. La gente ya está cansada y tiene un deseo de paz.
Einstein dijo cuando terminó la Segunda Guerra Mundial: “se ganó la guerra, pero no la paz”, y tal vez uno de los objetivos de la guerra es conseguir la paz. Volver a vivir lo más cercano a la normalidad, pues en esta región donde hay tanto odio, es difícil lograrlo completamente, pero si en un alto porcentaje.
Seria lindo que no hubiera secuestrados por quien sufrir, que la gente del norte y de los kibutzim pudieran volver a sus casas y los niños a sus colegios, que los soldados puedan volver a tener una vida familiar y que vistan el uniforme preventivamente por si hay otra guerra, pero no para estar siempre asediados por el enemigo y dispuestos a atacar en defensa propia y del país.
El turismo está desgastado, la gente está cansada y el precio ha sido alto. Creo que hay una voz unánime que clama por la paz, aunque sabemos que militarmente faltan tareas por hacer, pero mientras reine el resentimiento del otro lado de las fronteras, no podemos hablar de una paz definitiva, así que al menos por ahora, paremos un poco.
Amanecerá y veremos
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