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La práctica hace al maestro

Foto del escritor: Jack GoldsteinJack Goldstein


Por Marlene Manevich

Recién llegamos, creí que iba a aprender rápido hebreo. Tenía todas mis esperanzas cifradas en el Ulpan y en mis capacidades cognitivas. Después (ajarei) me di cuenta que no era así, que la realidad era otra y que se trataba de un idioma (safá) muy difícil, que los jóvenes pueden aprender rápidamente y que a mi edad, demanda más esfuerzo.


El esfuerzo suficiente para que sea un antídoto contra el Alzhaimer. Llegué a pensar que de pronto nunca iba a lograrlo y que iba a entrar a hacer parte de las estadísticas de los que viven aquí hace años y no hablan el idioma local. Ahora, enfrentada a la realidad israelí cotidiana, siento que estoy entrando en ese grupo de com si com sa, caja caja. Es decir no hablo fluently como puedo hacerlo en inglés, aunque no lo hablo a la perfección, perome defiendo más o menos bien. Puedo entender una lectura sencilla y comprendo lo que me dicen. Puedo hablar con palabras simples y gramaticalmente correcto. No puedo decir que soy una angloparlante, pero me defiendo bastante bien y lo que es más importante me hago entender y entiendo el feed back.


Con el hebreo me pasa diferente. Creo que estoy un poco más abajo en elnivel del habla y la escritura. Escribo bien (tov), perolejos de la ortografía impecable que tengo en español, mi idioma (safá) natal. No pretendo escribir libros en hebreo, me conformo con los que he publicado en español.Lo que noto de progreso, es que pasé del nivel de no entender nada (clum) , a saber por lo menos de qué tema están hablando. Escucho las canciones y entiendo un poco la letra. Ya no tengo que tirar el teléfono lejos o colgar la llamada cuando suena el ring. Ahora puedo contestar, preguntar antes si hablan inglés para poderme sentir más cómoda y desenvolverme mejor y si no, disponerme a tratar de entender y contestar en hebreo. Puedo mirar en el teléfono los movimientos del banco y con la ayuda de Google revisar algo, esto no lo podía hacer al comienzo.


Lo mismo, con la aplicación de salud. Me cuesta salud, pero lologro.En el supermercado puedo preguntar algo y entender cuando me contestan, que es lo más importante para un interlocutor. Puedo pedir algo en la farmacia (beit mercajat) o en una tienda. Cuando caminopor el parque, puedo mantener una conversación de alto nivel con una metapelet o con una mamá que está con sus niños. También con un paseador de perros. Puedo entrar a un almacén de ropa y sin titubear pedir que me quiero medir una penda Lo de los médicos fue relativamente más fácil dese el comienzo, pues casi todos hablaban un poco de inglés. Y yo aunque no hablo mucho nos entendíamos. Ahora puedo recibir la consulta también en hebreo. Hay un médico al que fuimos, tan callado tan callado que no nos habíamos dado cuenta que hablaba español. No hablaba nada.


En un restaurante, aunque todavía me cuesta, ya puedo elegir el plato que quiero degustar y no el que me toque por no saber pedir mejor. También puedo agradecerle al mesero que me atiende por su servicio. A los jóvenes les encanta saber que hablamos sfaradit, que ellos aprenden con Duolingo y viendo telenovelas. Nos hacen un par de preguntas sobre Shakira, Juanes o Carlos Vives. A veces mencionan a Pablo Escobar, que nos hizo tristemente célebres, y algunos lugares como Cartagena, Taganga, Cali y Bogotá. A ese nivel, puedo intercambiar frases en hebreo y estamos más o menos parejos en conocimiento del idioma. Algún día podré tener conversaciones de más alto turmequé y aunque no pretendo hablarlo tan fluently como el anglit, si aspiro a poder mantener conversaciones sencillas a menos de 2 años de estar en el país.

 
 
 

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