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Foto del escritorJack Goldstein

Kristallnacht



Por Marlene Manevich

La noche de los cristales rotos parecía un episodio de la historia, un capítulo para que los niños-en los colegios que todavía permitían hablar del Holocausto como una verdad histórica- supieran lo que pasó. Con los hechos y persecuciones que se dan hoy como lo más normal del mundo, ese capítulo tan triste de la historia, que dio paso a una de las más grandes matanzas en masa que ha visto la humanidad, la fábrica de muerte que creó Hitler y gracias a su liderazgo, encontró un equipo de seguidores que lo secundaron en esa idea tan macabra, ha cobrado vida nuevamente como algo más que un recuerdo. El hombre del bigote, se creyó D’s y pensó que él y su equipo podrían modificar la raza humana y “perfeccionarla” a su antojo. Después de la 2 Guerra Mundial la gente se dio cuenta, aunque en el momento muchos no hicieron nada, tal vez por temor a que los utilizaran también para el experimento. Algunos se convirtieron en “Justos ante las Naciones” y hasta escondieron judíos en sus propiedades para salvarlos.


Yo creía, como seguramente muchos de ustedes, que esto era historia y que tendríamos que seguir recordando como un tributo a la memoria de esos seres inocentes caídos por cometer el pecado de ser judíos. Para los que todavía creen que eso es mentira, y que marchan a favor de los palestinos, recuerden que también mataron gitanos y homosexuales y recuerden también, como estamos viendo, que la historia se repite.


Para nuestras mentes estilo 2024, es inconcebible que sucedan persecuciones a judíos, como sucedió en Amsterdam la semana pasada contra un grupo de hinchas israelíes del equipo de futbol Macabi Tel Aviv. Y más inconcebible es que la policía no hizo nada, los taxistas, en vez de transportar a los hinchas, los bajaron de sus carros, para no exponerse ellos y salvar su pellejo. El gobierno expresó su preocupación de que en el 39 no pudieron hacer nada y en el 2024 tampoco, como un símbolo de impotencia. Este episodio, recuerda esa triste y resquebrajada noche en que se rompieron los cristales de tantos negocios judíos, sinagogas y otros establecimientos. Ana Frank, esa adolescente que dejó en su diario, uno de los testimonios más tristes de esa guerra, vivía en Amsterdam, adonde se mudaron sus padres, buscando un futuro mejor.


Ante este incidente, los aviones de El Al cruzaron los cielos de Ámsterdam para llevar a la hinchada de vuelta a Israel, a pesar de ser Shabat, que nunca vuelan.


Será que estos gobernantes tan modernos y de avanzada van a permitir que la historia se repita, dándole la razón a esa turba asesina cuyo único objetivo es dominar el mundo y asesinar a quienes ellos crean conveniente para su objetivo?




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