Justos de las Naciones
Por David Alejandro Rosenthal
“Quien salva una vida salva al Mundo entero” -Mishná 4:5
Justos de las Naciones o Jasidei Umot Ha-Olam –en hebreo–, es el título otorgado por el Yad Vashem que reconoce y distingue a quienes salvaron vidas judías –sin ser judíos– en el episodio mas terrible de la historia contemporánea: el Holocausto o la Shoah –en hebreo–. El Yad Vashem, es la institución oficial del Estado de Israel (Medinat Yisra'el) que por medio de la Ley homónima de 1953 aprobada por el Parlamento israelí –Knesset–, que establece la Autoridad del Recuerdo de los Mártires y Héroes. Esos mismos que arriesgaron su vida o la entregaron incluso; a cambio de la supervivencia de miles de vidas inocentes judías, entre ellas, niños.
El título de Justo de las Naciones representa la fe en la humanidad, aun en un momento de oscuridad y maldad generalizada como lo fue el Holocausto. Los nombres más conocidos son los de Oskar Schindler, Irena Sendler, Raoul Wallenberg, Ángel Sanz Briz, Giorgio Perlasca, Angelo Rotta, Carl Lutz, etc. Al igual, en Israel se encuentra un monumento, conocido como “Paseo de los Justos”, en el Yad Vashem, es decir, el Centro Mundial de Conmemoración de la Shoá en Jerusalén. Yad Vashem, hace referencia a un pasaje bíblico:
«yo les daré en mi Casa y dentro de mis muros un monumento (Yad) y un nombre (Shem) más valioso que los hijos y las hijas: les daré un nombre perpetuo, que no se borrará» (Biblia, Isaías, 56:5).
Oskar Schindler, aquel empresario austríaco que se esforzó por salvaguardar la vida de sus mil empleados judíos. Schindler terminó dedicando su vida a la protección de sus ahora no empleados sino amigos judíos. Gracias a sus contactos en Abwehr (organización de inteligencia militar de la Alemania nazi), ya que había hecho parte de esta. Así es, Oskar Schindler antes de ser un reconocido empresario, había sido espía, y sirvió para los nazis en Checoslovaquia y Polonia. Además, estaba afiliado al Partido Nazi, lo que le permitía tener buenas relaciones con los mandos nazis en Cracovia, donde había comprado la fábrica: Deutsche Emailwarenfabrik (DEF) –Fábrica Alemana de Esmaltados– actual museo del holocausto. De hecho, la fábrica había sido fundada por obreros judíos polacos (Michal Gutman, Izrael Kahn y Wolf Luzer Glajtman), bajo el nombre Fabryka Naczyń Emaliowanych i Wyrobów Blaszanych Rekord. Y Cracovia era un centro del judaísmo polaca y europeo.
Schindler, sobornó a los mandos nazis de la SS –Schutzstaffel– para que le permitieran enviar a sus empleados judíos a un lugar seguro. Fue así como, junto a su contable Itzhak Stern, redactó una lista, conocida como “la lista de Schindler”, para salvaguardar las vidas de sus empleados, los cuales fueron trasladados a Brünnlitz, Protectorado de Bohemia y Moravia –hoy Republica Checa–. Allí, permanecieron hasta el 8 de mayo de 1945, cuando fueron liberados por el Ejército Rojo.
Oskar Schindler, invirtió toda su fortuna para salvar a sus empleados judíos y luego serian organizaciones judías las que verían por él hasta el final de sus días. Así mismo, “los judíos de Schindler” –Schindlerjuden– apoyaron a su salvador y héroe con ayudas económicas, pues Schindler se había declarado en bancarrota luego de infructuosos negocios. En 1945, antes de que acabara la guerra, sus empleados le regalaron un anillo fundido con el oro de los dientes postizos de uno de ellos, y en el anillo inscribieron una frase del Talmud: «Quien salva una vida, salva al mundo entero». Oskar Schindler está enterrado en el cementerio católico del Monte Sion de Jerusalén, siendo la única persona que hizo parte del partido nazi y tiene este honor.
Asimismo, la historia de la enfermera católica polaca Irena Krzyzanowska, más conocida como Irena Sendler o “El Ángel del Gueto de Varsovia” salvó a más de 2.500 niños judíos a cambio de nada. Irena Sendler para solidarizarse con los judíos del gueto de Varsovia, llevaba puesta una estrella de David amarilla; las mismas que los nazis hicieron llevaron a los judíos europeos como un distintivo de esa discriminación y segregación que les habían impuesto. Sendler, protegió a los niños, sacándolos en ambulancias, bolsas y hasta ataúdes, como victimas del tifus. También, ella y su equipo de 20 ayudantes iban donde las familias judías, pidiendo que les entregaran los niños para salvarlos, sin embargo, algunas familias no entregaban a sus niños y su suerte fue otra.
En orfanatos, conventos o recibidos por familias polacas, los niños permanecieron hasta el final de la Guerra. Del mismo modo; Sendler, creó un archivo clandestino, donde estaban los nombres de los niños y su destino, así como a que familia pertenecían. Enterró en botes estos documentos, con el fin de que cuando acabase el horror que opacó a Europa, los niños sobrevivientes pudieran regresar con lo que quedo de sus familias, o en su defecto, saber quienes eran y que eran judíos.
La Gestapo detuvo a Irena Sendler en 1943 y la llevó a la terrible prisión de Pawiak, y allí la torturaron de forma inhumana, pero Irena nunca reveló información que comprometiera la vida de los niños, de las familias, orfanatos y conventos donde se albergaban a los pequeños. Mientras la torturaban encontró una estampa de Jesús Misericordioso, que decía “Jesús, en ti confío”. Esta estampa, luego se la entregaría como presente a su coterráneo y correligionario Karol Józef Wojtyła, es decir, Juan Pablo II.
El Ángel del Gueto de Varsovia, fue sentenciada a muerte, pero, los miembros de la “Zegota” la liberaron, sobornando a los soldados alemanes. La Zegota que era una organización o sociedad secreta, conocida como “Consejo de Ayuda a los Judíos” fue creada por la líder católica de la resistencia polaca Zofia Kossak-Szczucka, con el fin de salvaguardar la vida de los judíos polacos. Esta organización, es la única que existió en la Europa ocupada por los nazis, convirtiendo a Polonia en el único país en donde se estructuro una organización de este tipo en aquel entonces.
En 2007, Polonia, el Estados de Israel y la Organización de Supervivientes del Holocausto residentes en Israel, presentaron a Irena Sendler para el premio Nobel, sin embargo, fue concedido a algún oportunista político norteamericano – Al gore –.
Raoul Wallenberg, vástago de una de las familias más ricas, prestigiosas y prominentes de Suecia, es quizás la persona que salvo a una cantidad mayor de judíos en el episodio de la exterminación masiva de judíos europeos. Incluso a 100 mil judíos húngaros, gracias a los pasaportes protegidos (SchutzPass). Este diplomático sueco, fue arrestado en 1945 por el “SMERSH”, una organización de contraespionaje; conocida como “Muerte a los Espías”, ya que el mismo Iósif Stalin la había creado con el fin de arrestar traidores, desertores y espías.
El gran ser que era Raoul Wallenberg, fue injusta y de forma clandestina trasladado a la prisión de Lubyanka en Moscú (acusado de ser espía para los Estados Unidos), donde murió en 1947 dentro de una celda, como un criminal, luego de haber sido sometido a trabajos forzados y demás vejámenes. Aunque la desaparición de Wallenberg, en realidad es un misterio, su nombre será recordado por siempre.
Por otra parte, don Ángel Sanz Briz, hizo honor a su nombre y al igual que Irena Sendler, se convirtió en “El Ángel de Budapest” pues salvó al menos a 5 mil judíos húngaros, cuando ostentaba el cargo de embajador de España en Hungría. El italiano Giorgio Perlasca, comerciante de profesión, pero también ficticio diplomático, salvaguardó la vida de 5.200 judíos húngaros, haciéndose pasar por cónsul de España ante Hungría. Bajo el nombre de Jorge Perlasca –nacionalizado español– actuó junto con Sanz Briz en la emisión de salvoconductos para “sefardíes”, que a la final servían para cualquier judío. Sanz Briz y Perlasca, aprovecharon una ley de 1924 del militar y dictador Miguel Primo de Ribera, que reivindicaba a España con sus judíos expulsados en 1492.
Monseñor Angelo Rotta, designado como nuncio apostólico o nuncio papal de la Santa Sede en Budapest, emitió al menos 15 mil salvoconductos para judíos húngaros y protesto enérgicamente contra los gobiernos a los gobiernos de Miklós Horthy y Ferenc Szálasi por su alianza con los nazis y su política de deportaciones judías. Monseñor Rotta, no era la primera vez que ayudaba a los judíos, pues antes había sido nombrado diplomático del Vaticano en Sofía, Bulgaria, y allí emitió certificados bautismales a judíos y salvoconductos que permitieron a judíos búlgaros huir con rumbo al Mandato británico de Palestina.
Estas personas que, en un momento de maldad, tozudez y crisis de la humanidad, dedicaron tan valiosos esfuerzos por proteger la vida de los perseguidos judíos, no tiene precio o valor alguno, más allá que el de Justos de las Naciones, un título como ningún otro. Pues, que mayor distinción, que la de haber salvado vidas. Su labor es inconmensurable, y su legado infinito, que nunca quedará en el olvido, pues Israel, los judíos y las naciones nunca podrán olvidar los valientes actos de los Justos conocidos y también de los desconocidos, que seguro son otro tanto, que llevaron a sus tumbas el milagroso secreto que sí dejó un legado, el de esas gentes y esas familias que perduran, en eterna gratitud con sus benefactores y salvadores.
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