Hágame un favor... No me haga favores
Actualizado: 11 ago 2020
Por Jack Rubinstein, Rio de Janeiro 19-06-2020
El siguiente artículo fue escrito recientemente para Valija de Apócrifos por mi amigo Jack Rubinstein blog y recoge sus sensaciones o preocupaciones por la curiosa relación entre algunos líderes actuales de derecha (en este caso, Bolsonaro en Brasil) y las causas judía e israelí. En este mundo tan particular, en que navegamos por aguas desconocidas, también tenemos que lidiar con populistas que, deseando lo mejor para sus pueblos y para nosotros, terminan involucrándonos en peleas que no hemos cazado y que quisieramos evitar.
Hágame un favor... No me haga favores
Brasil, ese gigante que se recuesta perezosamente en sus ocho vecinos de barrio, llamado a ser el líder de la gallada, se enfrenta hoy a una situación política interna que lo asombra con fantasmas del pasado y que muestra a los muchos hombres de bien que habitan este gran país, que serán sentados en el banco de reservas del partido global.
La gran mayoría de judíos, tenemos un sentimiento común, buscar la forma de que Israel sea reconocido por lo que es, un país único con capacidad y empuje, líder en muchos campos de lo mejor que la humanidad puede ofrecer para consigo misma y conscientes de los defectos que tiene como sociedad y como la nación en la que se transformó a lo largo de sus siete décadas de historia.
El Brasil de Bolsonaro se presentaba de forma interesante para Israel. Este gobierno nuevo abría una puerta de oportunidades y alianzas poderosas que permitirían el fortalecimiento de la presencia empresarial en el gigante suramericano y Netanyahu lo sabía y, en consecuencia, hizo presencia durante los actos de inauguración del nuevo gobierno.
La realidad es otra. El caótico gobierno de Bolsonaro, ha llevado a que Israel y los judíos en general nos veamos enfrentados a una situación compleja y contradictoria debido al uso indiscriminado de la bandera de Israel por el propio presidente y un gran número de sus seguidores en todo tipo de manifestación o evento al lado, generalmente de la bandera de Brasil y de la de los Estados Unidos, inclusive muchas de estas manifestaciones con una marcada tendencia antidemocrática y que aviva la llama del militarismo y regreso a la época de la dictadura, manifestaciones que le piden a Bolsonaro, que cierre el congreso y la corte suprema de justicia, que asuma el poder de forma otalitaria.
Tal vez el momento que más marca de esta retórica se presentó en un evento en frente al palacio de gobierno en Brasilia. El presidente salió a saludar desde la rampa a sus seguidores, uno de sus asesores portaba una asta con tres banderas, Brasil, Israel y Estados Unidos. Es difícil entender para cualquier persona que un presidente de un país democrático se haga acompañar de los símbolos patrios diferentes al suyo propio en la sede del gobierno que él preside, generando reacciones diversas pero que levantan teorías conspiradoras y de dominio universal.
Tristemente, este gobierno ha asumido posturas de extrema derecha; hay actitudes que afectan directamente a una sociedad caracterizada por su pluralidad
Tristemente, este gobierno ha asumido posturas de extrema derecha; hay actitudes que afectan directamente a una sociedad caracterizada por su pluralidad. Las comparaciones livianas con el Nazismo, no se demoraron en aparecer. Esto generó una dualidad de conceptos difícil de manejar y entender que se cuela fácilmente por internet y medios de comunicación en un momento en el que gran parte de Brasil, está en casa, viendo en directo lo que pasa a cada instante.
La semana pasada, el presidente Bolsonaro, le pidió a sus seguidores más radicales, en un pronunciamiento informal, que invadieran los hospitales de campaña montados de emergencia por alcaldes y gobernadores para atender la crisis sanitaria y demostrar que no había super ocupación de camas de cuidados intensivos y que todo era un montaje para sacarle dinero al gobierno.
... Y no es que los tales seguidores atendieron la solicitud si, tal como lo leen. Pero con una dosis adicional de vandalismo y violencia. Esto genero un remolino gigante de hechos y manifestaciones siendo una en particular la que más nos impactó.
La caricatura del dibujante AROEIRA que acompaña este artículo, fue censurada. Se ordenó su retiro de las redes. Todos los caricaturistas de Brasil se manifestaron y lanzaron un movimiento en las redes sociales,(#somostodosaroeira), haciendo una relectura de la misma caricatura en señal de rechazo a la medida y de apoyo a su colega. Quien se tome el tiempo para entrar, quedará realmente impactado pues es preocupante para mí, como lo debe ser para cualquier ser humano que tenga un poco de conciencia sobre lo que el holocausto representó para la humanidad como un todo y adicionalmente el papel que la svastika representó en esto.
La mezcla de conceptos, aunada a un manejo inconsciente de simbologías y referencias, han hecho que las gentes del común empiecen a confundir hechos haciendo fácil para la masa colocar a Israel y los judíos en medio a todo este asunto.
Mi bisabuela Sara Rubinstein "ZL" usaba frecuentemente la frase que sirve de título para estas líneas y es que la ironía y contradicción que la misma refleja, describe perfectamente el sentimiento que hoy acompaña con preocupación a muchos de los judíos que aquí vivimos y también a algunos sectores políticos y de opinión en Israel.
Por eso creo humildemente, que la misma fuerza que Benjamin Netanyahu implementó para consolidar su presencia en Brasil en el momento del inicio de la era Bolsonaro, debería ser usada ahora para que Israel y los judíos en general seamos deslindados de este gobierno y decirle abiertamente: Jair, Jair, Jair, hágame un favor...No me haga favores.
El autor, Jack Rubinstein es un arquitecto, diseñador y soñador, radicado en Rio de Janeiro desde el año 2000 y dedicado al desarrollo de atracciones temáticas y simuladores de realidad virtual para centros de entretenimiento familiar. Ha orientado su amor por los carros clásicos al desarrollo de una linea de replicas con su empresa Big Little Cars.
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