Entrevista con el Gran Rabino del Centro Israelita de Bogotá, Alfredo Goldschmidt
Por David A. Rosenthal
D.A.R: Breve introducción y, ¿cómo llegó a Colombia y cuánto tiempo lleva aquí?
R.A.G: Nací en Buenos Aires, Argentina y soy hijo de padres judeoalemanes. Fui a estudiar psicología y para hacerme rabino a los Estados Unidos, entre 1962 y 1968, y luego volví a la Argentina para ser director de un colegio religioso (Colegio Integral Rabino Iosef Caro) durante siete años. Y fue en el año de 1973, que la comunidad judía de Bogotá, se encontraba buscando un Rabino, así que el presidente y el encargado de la sinagoga – gabai – habían viajado a Buenos Aires, y fue allí que me los presentaron. Así que, visité Bogotá al siguiente año, en febrero de 1974, y cerramos trato con el Centro Israelita de Bogotá. Por lo que, mi misión en Colombia va a cumplir 47 años.
D.A.R: ¿Cómo ha sido el desarrollo de Colombia y de la comunidad judía durante ese casi medio siglo?
R.A.G: Con respecto a Colombia, apenas llegué, me sentí muy bien recibido por la población en general, además del tema comunitario. Ser rabino era algo muy bien visto por los diferentes estamentos de la sociedad, como: la clase trabajadora, la clase política, e incluso la iglesia católica. De entrada, me sentí muy cómodo, y venía con muchas ganas de trabajar en los diversos campos. De hecho, al momento de la contratación, había puesto una cláusula condicional, que consistía en que yo tomaba el puesto de rabino comunitario y además podía ser rabino del Colegio Colombo Hebreo. Entonces, hice un plan estratégico de cómo iba a ser mi labor y mi función, para cubrir las distintas áreas, tales como educación en el Colegio, ambiente judío en este a través de la música – el acordeón –, el coro y actividades lúdicas judías, además de las clases. Después de esto, la organización del movimiento juvenil – Kineret –, el trabajo sinagogal, que implicaba toda clases de ceremonias, entre ellas, nacimientos, Bar Mitzvá, matrimonios, divorcios y conversiones. Más tarde también, el tema de la tercera edad y la organización de grupos de estudios judaicos.
Del mismo modo, ese plan estratégico desde 1974, lo fui desarrollando, buscando nuevas oportunidades. Con el tiempo, vi que a nivel comunitario la comunidad había perdido un porcentaje de gente debido al tema de la guerra del narcotráfico y de la inseguridad que teníamos en los años 80; a casusa de ese episodio de los “secuestros” por parte de las guerrillas. Esto, mermó un sector de la comunidad, que terminó decidiendo refugiarse en Miami principalmente.
A pesar de la reducción demográfica, el nivel de actividades se fue incrementando de forma muy considerable con el apoyo de comunitarios que estaban involucrados en las distintas juntas directivas de comunidades, Kineret, del Colegio, de comités, de Maguen David Adom, del KKL, de Magbit y principalmente del Centro Israelita. Al igual, para una población relativamente pequeña, el hecho de tener tantas organizaciones y además, estar tan activa en ellas, es motivo de orgullo.
El decrecimiento demográfico, que no fue muy dramático, sin embargo fue un decrecimiento, se amortiguó gracias al aumento de las actividades en todas las áreas, no solo en el área religiosa social sino también en el área juvenil y de la tercera edad, fue un crecimiento muy lindo. Además permitió mantener la tendencia en que el 95% de los judíos de Bogotá están asociados a la comunidad. Así que no tenemos una periferia registrada de gente sin relación con la comunidad.
En relación con el país, su desarrollo es gigante, recuerdo que era algo chocante – viniendo de Buenos Aires –, lo que era el centro de Bogotá; también la diferencia tan sesgada de las clases sociales, viniendo de un país de clase media inmensa. Pero esa diferencia a lo largo del tiempo se fue acortando y hoy tenemos cada vez más una clase media profesional que se originó y desarrolló en esta ciudad. En efecto, la clase más adinerada de la comunidad se fue achicando, por lo cual es mayor la línea media, lo que eliminó la división o separación que había internamente. Ahora estamos todos más equilibrados.
D.A.R: ¿Cuánta es la población judía en Bogotá y en Colombia en general?
R.A.G: Toda Colombia, tiene alrededor de 4.500 almas y Bogotá alrededor de 2.500. Por otro lugar hay 1.500 personas que pertenecen a comunidades emergentes. Pero además de estos, en Israel ya hay casi 500 personas de estas comunidades, es decir, si se hubieran quedado acá serían 2.000, pero en conclusión, somos 2.500 mas esos 1.500.
D.A.R: Teniendo en cuenta el episodio de violencia en Colombia, ¿cuántas personas había antes de esto?
R.A.G: Tenemos dos índices, uno de los años 60´s, donde se hablaba de 8.000 a 9.000 almas en todo Colombia y en los años 70 se hablaba de 7.200 personas, este es más exacto ya que alguien se tomó el trabajo de hacer un censo. Fue don Eliecer Celnik de la revista Menorah de Bogotá, quien lo hizo entre los años de 1973 y 1974 con este resultado y el decrecimiento, no solo fue por migración, sino que también porque hubo un éxodo estudiantil, pues iban al extranjero a estudiar la universidad y se quedaban allí. Además de los secuestros de gente y también que antes las familias tenían un promedio entre 3-4 hijos y ahora entre 2-3 hijos nada más. Pero hay que reconocer que quienes se fueron mantuvieron algún apego a nuestra comunidad y eso se ve ahora en las actividades virtuales que se han puesto de moda por la pandemia.
D.A.R:¿Cuáles han sido los retos para una comunidad tan pequeña como esta, en temas como el Kosher, por ejemplo?
R.A.G: Cuando llegué, ya había Shejitá, pero la calidad de la carne dejaba mucho que desear, pero con el tiempo se fue desarrollando y mejorando esto. Hubo unos intentos de poner carnicerías kosher, hasta que hace menos de diez años, con las dos carnicerías que tenemos, en realidad la calidad de la carne mejoró sustancialmente. Pero desde siempre hubo carne kosher. Lo que no había era un sistema de kashrut en la mayoría de productos. Se empezó con el tema de la fabricación de quesos supervisando ciertas marcas, pero fue hasta un par de años atrás que llegamos a Alpina con supervisión – Hashgajá –. Esto fue un cambio muy importante, teniendo en cuenta la calidad y extensión de esta empresa. Luego Jabad Lubavitch, instauró Chalav Yisrael y encontraron una fábrica de primera calidad para la fabricación de estos productos.
Además encontrar tantos productos con sellos kosher, como del Vaad Hakashrut y del rabino Yerushalmi. En el caso de mi comunidad, no me instruyó en el tema de kashrut local, pero me encargué del kashrut de exportación, no por decisión sino porqué hubo esa oferta, especialmente de fábricas ecuatorianas de productos agroindustriales, que necesitaban un rabino que supervisara.
D.A.R: ¿Qué desafíos trae la Postpandemia para la comunidad judía en Colombia?
R.A.G: Primero, cuando la pandemia haya verdaderamente acabado, que no será con la vacuna, sino tal vez un año luego, cuando todos estén vacunados, el reto será reconstruir las actividades presenciales. Va a ser como empezar de vuelta, porque la gente se acostumbró a lo virtual o a no participar. Entonces, el reto será el de traer de vuelta a los comunitarios para que participen en los rezos, conferencias y demás actividades. Aunque no va a ser sencillo que la gente vuelva al plano presencial.
Segundo, es que muchas actividades virtuales sobrevivirán porque hay un segmento de personas que disfrutan mucho, por ejemplo: rezar desde casa, escuchar una charla y todo tipo de actividades que ahora son virtuales.
Tercero, revivir el tema juvenil, pues a diferencia de los mayores que están activos virtualmente e incluso incrementó su actividad; dada la facilidad de estar en casa, los jóvenes de la comunidad, en específico los adolescentes, paradójicamente el tema virtual no les funcionó. Así las cosas, ha sido difícil mantener la actividad comunitaria en este segmento específico. Vamos a tener que trabajar duro los demás sectores para renacer a este segmento dentro de la actividad comunitaria.
En lo que nos fue muy bien, fue en el tema de solidaridad, la gente puso el hombro frente a los más necesitados de nuestra comunidad, al menos en el 2020.
En lo que nos fue muy bien, fue en el tema de solidaridad, la gente puso el hombro frente a los más necesitados de nuestra comunidad, al menos en el 2020. También esperando que no se prolongue demasiado el tema de la vacunación, para no tener una eventual crisis con el tema de la solidaridad, que fue muy bien manejada hasta ahora por parte de los directivos comunitarios.
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