(2) De Ambos Lados del Atlántico: Diáspora Sefaradí en Africa Occidental y Caribe en el Siglo XVII
Actualizado: 1 oct 2020
Segunda Parte
Cabo Verde. Estas islas toman protagonismo cada año cuando se convierten en el punto de origen para muchos huracanes que azotan al Caribe. Es un archipiélago montañoso, de islas rocosas, volcánicas y bastante desérticas, alejadas del continente que históricamente han servido como puerto intermedio en el comercio portugués de productos entre Africa, América y Europa. Una primera migración de judíos portugueses llegó hacia principios de los 1600´s y una segunda oleada trajo judíos marroquíes y de Gibraltar a principios de los 1800´s. De esta segunda quedan más que todo cementerios (Boa Vista) y tumbas (Boa Vista, Praia, Sao Antao y Ribeira Grande, Mindelo) y una placa recordatoria en el sitio donde alguna vez se erigió la sinagoga de Santo Antao, que dan fe de un vínculo con comunidades en Tangier, Rabat y Mogador y con las familias Cohen, Levi, Wahnon, Benoliel, Benchimol y Pinto, entre otras. La escasa población judía hizo que desde un principio se produjeran matrimonios mixtos de quienes hoy descienden personalidades isleñas como Zelinda Cohen, Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de las islas, Israel Benoliel, empresario de telecomunicaciones, Joao Monteriro Pinto, heredero de la mayor destilería de ron Grogue, Vera Duarte Benros, exministra de Educacion, Gardenia Benros, cantante de música popular, y Carlos Alberto Wahnon de Carvalho Veiga, el primer Primer Ministro democráticamente elegido (1991-2001).
El Cape Verde Jewish Heritage Project, liderado valerosamente por Carol Castiel, una americana a quien su trabajo con Voice of America la llevo a Africa Occidental y quien casualmente se topó con unos vestigios de historia judía en estas islas, ha logrado convocar a personalidades de la vida política, cultural y económica de la isla para impulsar la revitalización de la herencia cultural e histórica en Cabo Verde. De particular notoriedad está el hecho que ella haya logrado atraer la inversión del Rey Mohamed V de Marruecos para financiar buena parte del proyecto, y que para Mayo rededicará las tumbas y cementerios, bajo los auspicios del arquitecto Rafael Benoliel, y del constructor Israel Benoliel, ambos descendientes de prestigiosas familias judías. En Praia tuve el gusto de poder visitar el cementerio católico, donde encerrado por un sencillo pero sobrio encerramiento, se encuentran una docena de tumbas que datan de mediados del siglo XIX y donde pude identificar el nombre Azancot, de grata recordación para nuestra comunidad de Bogotá.
Como en tantos otros casos de comunidades aisladas, la de Cabo Verde es otro ejemplo de migraciones de judíos tradicionalistas y ortodoxos que, buscando mejores horizontes económicos, espantados del terror de la Iglesia y la Corona, o escapándose de la rutina de sus vidas, se establecieron en lugares remotos, prosperaron y se enamoraron donde jamás lo pensaron posible.
Como en tantos otros casos de comunidades aisladas, la de Cabo Verde es otro ejemplo de migraciones de judíos tradicionalistas y ortodoxos que, buscando mejores horizontes económicos, espantados del terror de la Iglesia y la Corona, o escapándose de la rutina de sus vidas, se establecieron en lugares remotos, prosperaron y se enamoraron donde jamás lo pensaron posible. Dejaron sus evidencias en cementerios y tumbas, si bien difícilmente lo hicieron con sinagogas ya que sus centros de rezo eran casas particulares y no edificios reconocibles al público. Y le heredaron también sus apellidos a mestizos quienes siglos después han mantenido a su manera el vínculo con el pueblo judío. Forzados por las circunstancias, asumieron una tradición patrilineal del judaísmo dada la escasez de mujeres en sus núcleos sociales. Los descendientes de estas familias durante siglos han seguido casándose entre ellos, incluso después de haber perdido su identidad y practica judía, como también es el caso de los judíos amazónicos de Iquitos descendientes de aventureros marroquíes de finales del siglo XIX.
Brasil La primera comunidad judía en las Américas se estableció en Recife / Olinda, estado de Pernambuco, al noroccidente de Brasil, el extremo más próximo al continente africano. Inicialmente colonizada por franceses (quienes también poblaron la Guayana Francesa – Cayenne), ese litoral logró su real desarrollo para 1631 bajo el dominio holandés. Desde ese entonces existe un registro de una comunidad judía tan relevante que para 1639 sus 2,500 miembros representaban ya dos terceras partes de la población europea del lugar, y dominaba el cultivo de la caña de azúcar y el comercio con Africa y Europa. Sobre la Rua de bom Jesus (antigua Rua dos Judeus) queda aún hoy las ruinas de la sinagoga Kahal Kadosh Zur Israel, con 380 años de antiguedad y parcialmente reconstruida por la familia Safra.
Las aproximadamente 300 familias en la Recife de hoy, mayoritariamente ashkenazim, suelen oficiar algunos rezos durante el año en la sinagoga más antigua de America. Ahí fui testigo de una de las costumbres más sobrecogedoras que haya visto: en uno de los muros originales de 1631 judíos sefaradim descendientes de esos primeros colonizadores holandeses fijan entre los ladrillos quemados mensajes y oraciones al mismo estilo que hacemos en el Muro de los Lamentos en Jerusalem.
Para 1645 los colonizadores portugueses empezaron a subvertir el control holandés de esa esquina de Brasil, lo que representó un gran riesgo para la comunidad judía holandesa de Recife, puesto que los haría nuevamente depender de aquellos portugueses quienes los expulsaron de Iberia 150 años atrás. Estos judíos holandeses pudieron pronosticar que serían tratados como prófugos y traidores. La “Insurrección de Veyra” en 1648, el mismo año en que a Holanda llegarían grandes migraciones de judíos de Ucrania, logró expulsar a los holandeses y con ellos a toda la comunidad judía. Si yo necesitara de más razones para admirar al pueblo holandés, dentro del Acta de Capitulación de Holanda ante Francia, en el último párrafo del Artículo Primero está incluida la “Patenta Honrosa” mediante la cual los holandeses negociaron el buen trato y “perdón” que los portugueses debían darles a todos los judíos. El comandante lusitano Barreto incluso tuvo la decencia de prestar numerosos barcos para aquellos judíos que optaron por irse (y que fueron todos). Fue así como la primera comunidad judía en América también se convirtió en la primera comunidad “expulsada” en América. Los judíos de Recife se trasladaron a las otras colonias holandesas del continente (y posteriormente a inglesas) llevando consigo la semilla de su éxito y la que le daría aún mayores y más duraderas glorias en sus próximos destinos: el azúcar. Llegaron a Surinam, a algunas islas del Caribe, y hasta bien al norte a Nueva Amsterdam, en las bocas del rio Hudson, donde en 1654 construirían la sinagoga Shearit Israel. Se apagó así una comunidad con gran potencial, pero su llama pasó a otras nuevas que llegarían a ser, en algunos casos, muy ejemplarizantes y prósperas.
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