Cosas que no sirven para nada

Por  Marlene Manevich

Recuerdo en mi juventud haber ido con mis padres y hermanos a visitar el imponente edificio de la ONU en Nueva York. Había un letrero a la entrada que resaltaba la gestión de paz que realizaba esta institución. Era una entidad muy importante y fue creada para cumplir una misión de paz. Era respetada y con mucha credibilidad. Su misión era agrupar a los países y servir como un intermediario para la paz y la sana convivencia de ese mundo que había que reconstruir después de la Segunda Guerra Mundial.

Cuando era una adolescente y preguntaba que era la ONU, siento que la respuesta era otra. Una institución muy diferente a la que hoy en día representa el antisemita de Guterres. Hoy en día es una institución que deshonra la paz y los derechos ciudadanos, así como el respeto por los pueblos y los diferentes credos. En vez de paz promueve guerra. En vez de limar asperezas entre los países, crea diferencias. Es una vergüenza que una institución como esta, se preste para defender y apoyar a un grupo terrorista, en vez de ser un mediador de paz, como fue su propósito inicial. Defendía a las minorías. Ahora también, pero defiende a una minoría que apoya a un grupo terrorista, que es capaz de hacer lo que sea por matar.

Cuando la Segunda Guerra Mundial estaba a punto de terminar en 1945, las naciones estaban en ruinas y el mundo quería la paz. Representantes de 50 países se reunieron en San Francisco en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional el 25 de abril de 1945. Durante los siguientes dos meses, procedieron a redactar y luego firmar la Carta de la ONU, que creó una nueva organización internacional, las Naciones Unidas, que, se esperaba, evitaría otra guerra mundial como la que acababan de vivir.

Ahora que soy grande y estoy en medio de este país en guerra, puedo ver que las Naciones Unidas siguen teniendo ese imponente aviso a la entrada de su sede, pero ya no cumple con el propósito de su creación.

Ahora tiene filiales encargadas de grupos de refugiados, como la Unrwa, que fue creada para ayudar a los refugiados palestinos en el Medio Oriente, pero se ha convertido en un brazo de Hamas, encubriendo y apoyándolos en todas sus fechorías. Se supone que deberían ser neutrales y no tomar partido. El último decreto del gobierno de Israel, prohibió a esta entidad actuar dentro de territorio israelí.

El papa era como un papá de todo el mundo que abogaba por la paz, una figura bondadosa que aunque pertenecía a la iglesia católica, abogaba por la hermandad de todos, sin distingo de religión, ni raza. En la actualidad el papa se ha puesto del lado del terrorismo, al no denunciar la masacre que cometieron. lIsrael ha tenido que matar civiles, es cierto, pero el motivo es bien conocido por todos. Los famosos escudos humanos que enorgullecen tanto a esa dirigencia del terror. Las FDI evitan al máximo hacerle daño a los civiles, pero a veces es inevitable.

He conocido sienpre a La Cruz Roja, como una entidad colaboradora de la salud, sienpre apoyando a los heridos en los sitios donde hay tragedias naturales o guerras. Hoy sólo vemos la misma Cruz Roja, ese logo que recorre el mundo, pero ya no para ayudar. Cómo es posible que esa entidad, dizque sin ánimo de lucro, no fue capaz de hacer una sola visita a los secuestrados por el grupo terrorista Hamás, para constatar su estado de salud y brindarles ayuda? Implícitamente los estaban apoyando a ellos. Prestaban las ambulancias para transportar armas. Eso no le cabe en la cabeza a ningún ser humano medianamente civilizado. Y la gente aplaude y rechaza las acciones de Israel. Es el mundo al revés. La ética médica me dice que una ambulancia con el logo de la Cruz Roja en la puerta, sólo debería utilizarse para transportar heridas. Se necesita coraje y un alto grado de maldad para realizar este tipo de acciones.

Podemos darnos cuenta que instituciones y personajes de paz, se convierten en figuras agresivas que toman partido, cuando lo que deberían hacer es permanecer neutrales y tratar de abogar por alguna solución que favorezca a las dos partes.