Carta a Salomón Kalmanovitz
Por Marcos Peckel
En su renuncia a Israel, o eso parece por el título de su columna, “soy judío y no defiendo a Israel”, Salomón, a quien aprecio y respeto, pareciera caer en la trampa que le ha tendido la izquierda antisemita, esa que salió del closet cual jauría a perseguir a su presa. ”¡Sea un buen judío, deslíguese de Israel y así lo queremos!”.
Poca mención hace Salomón en su columna sobre lo que Israel está enfrentando: una amenaza existencial por parte de organizaciones radicales islamistas, dirigidas desde Teherán, cuyo único objetivo es la destrucción de Israel, no por lo que hace sino por lo que es: El Estado nación del pueblo judío. Contrasta esta columna con una escrita por el autor hace unos años, en circunstancias similares en que Israel estaba siendo atacada, titulada: “Israel de mis amores”. ¿Tan rápido se le pasó el amor? Israel no amaneció un día y decidió atacar a Gaza. Lo ocurrido el pasado 7 de octubre, un pogromo, mucho mayor de los que sus ancestros y los míos sufrieron en Europa, tenia claras intenciones genocidas, sumado a la amenaza de los lideres de Hamás que eso era “solo el comienzo” y que habrá muchos más 7/10. Si Israel no erradica esa amenaza estará por siempre expuesta a barbarie similar o peor. Israel fue arrastrada a una guerra que nunca quiso, una en la que los terroristas de Hamás usan a la población palestina como escudos humanos, lanzan misiles desde las escuelas de UNRWA, mezquitas, hospitales y barrios residenciales. Como lo dijo unos de sus líderes: “a nosotros los civiles palestinos no nos importan”. Si no hubiera habido 7/10 nada de esto estaría ocurriendo.
Minimizando la amenazas que Israel enfrenta, Salomón le entrega en bandeja de plata munición codiciada a los antisemitas, especialmente de la izquierda, para quienes la demonización de Israel, mas allá de las críticas legitimas, por parte de un judío, es bocado de cardenal. El antisemitismo esta desatado por el planeta todo con una violencia inusitada, verbal y física, mercaderes del odio deambulan envalentonados, blandiendo banderas palestinas, para atacar sinagogas, feligreses judíos, centros comunitarios, acosar estudiantes judíos en universidades, intimidar, golpear. “Desde el rio hasta el mar” es la consigna de rigor y usted bien sabe lo que eso significa. Cuando pudo Israel buscó la paz con los palestinos. Ni Hamás, ni Hezbollah, ni Irán buscan la paz sino el fin de Israel. Eso espero apreciado Salomón que lo entienda.
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