8 años del acuerdo de Paz
Por Martín Cruz Vega
La sociedad siempre ha vivido en sus conflictos desde las cavernas prehistóricas hasta nuestros días de la “inteligencia artificial’, donde los humanos buscan definitivamente reemplazarse por sus máquinas. Luego de un conflicto superado, aparece otro, similar al terminado o más intenso. La lucha por la paz se ha convertido desde épocas milenarias en una herramienta útil para quienes pretenden vivir en la confrontación armada y a la vez simular la lucha por la paz.
En Colombia no es la excepción, luego de la firma del Acuerdo Final de paz, han sobrevenido hechos graves de violencia contra los signatarios del AFP, amenazas, desplazamientos, asesinatos y hasta buena parte de la institucionalidad, incluido un expresidente y su gobierno, simuló la implementación y atentó sistemáticamente contra lo acordado.
Sin duda alguna, hay compromisos cumplidos del Acuerdo Final de Paz, muy importantes, que se han realizado en estos 8 años, es innegable. Fue un punto de quiebre para afianzar la democracia, perderle los miedos a la lucha social y los cambios sociales que avanzan. Nada ha sido fácil, por el contrario, a la Colombia de la paz nos ha tocado enfrentar enormes retos. Hay otros objetivos por construir, incumplidos por anteriores gobiernos. Esto ha generado, otros conflictos: se disparó la violencia territorial, han aparecido otros actores armados, se está reviviendo el paramilitarismo, aunque valga repetir, siempre ha estado presente. Hay sesgos en la aplicación de lo acordado por algunas instancias del Acuerdo de Paz; ha empujado a muchos firmantes a retornar a las armas. El Estado y la sociedad debe entender que para llegar a la paz total, pasa necesariamente por el cumplimiento eficaz e integral de lo pactado con nuestra extinta insurgencia.
El Estado y sus partidos tradicionales ineptos como siempre y que gobernaron por 212 años, (dos siglos, es decir; toda la vida), esperaron por más de medio siglo el desangre nacional, para dar el paso para terminar la guerra con la hoy, extinta guerrilla más antigua del planeta, una insurgencia revolucionaria que siempre buscó la salida política a la confrontación bélica. (fueron 5 intentos para llegar a un definitivo acuerdo de paz). En las extintas filas de las FARC-EP, siempre estuvimos listos y listas para la construcción de una salida civilizada al conflicto. Solo exigíamos garantías mínimas para transitar luego de una eventual solución política. Nunca llegamos más lejos con el establecimiento, solo ilusiones pasajeras, siempre su oferta fue “desarme y cárcel, de hecho, negando a los pueblos, el derecho universal a la rebelión. Por eso, y precisamente por ello, se prolongó y se degradó la guerra al punto de dejar millones de víctimas, desaparecidos, daños y secuelas irreparables. La verdad, ocho años, son apenas una exhalación en la historia de la humanidad, pero ahí vamos construyendo la anhelada paz. Veamos:
El plebiscito del 2 de octubre de 2016, fue el primer hachazo contra el proceso de paz, recurriendo a una horrible campaña de la derecha en contra de la reconciliación y la paz. ¿Qué idiotez, esta convocatoria nacional, de quien tuvo la osadía de ser signatario del Acuerdo de Paz?.. “Pues construya la paz, como el más grande de todos los derechos.
El 24 de noviembre de 2016, firmamos el Acuerdo Final de Paz en el Teatro Colon en Bogotá, entre el Estado Colombiano y la insurgencia de las extintas FARC. (Resurgimos luego del mortal hachazo, que cambió importantes contenidos aprobados en los acuerdos iniciales).
Dejamos las Armas en custodia de la ONU, desde marzo al 27 de junio de 2017. (Primer cumplimiento, sin dilaciones, en más o menos 170 días largos: 9.264 armas largas de todo tipo, 38 toneladas de explosivo, entre otras cantidades de elementos de guerra, destruidos por los firmantes de paz y el Ejército Nacional).
El Acuerdo construido en La Habana, es y sigue siendo el acontecimiento político más importante de los últimos 100 años, de un enorme impacto social, incluso más allá de las fronteras.
Lo acordado por las partes visibilizó más de 7 millones de víctimas como nunca había ocurrido en la historia de Colombia, aunque la confrontación armada persiste con otros actores, las víctimas hoy pasan de 9 millones de personas.
Claro que hemos avanzado, no como debimos haberlo hecho, incumplimientos del Estado; Juan Manuel Santos, se echó 5 años para firmar el Acuerdo de Paz y se fue a gozar de su “Premio Nobel y a cosechar discursos desde la orilla”, y hasta Iván Duque estuvo 4 años de huésped del Palacio de Nariño, haciendo “Trizas el AFP y le quedó grande,” y con el gobierno del cambio, se ha avanzado en temas importantes, pero (le falta más del 5 pal, peso) y para rematar con una mal llamada oposición, que son obstáculos cavernarios que todo intentan impedir.
Una luctuosa prueba de nuestro compromiso de paz ha sido los más de 438 firmantes asesinados por fuerzas muy poderosas, y, los 12 mil firmantes de paz, hombres y mujeres que estamos en proceso de reincorporación y cumpliéndole a lo pactado, a pesar de las adversidades.
La reparación de las víctimas, la verdad completa de todos los actores en la guerra, la integralidad eficaz de la implementación, la reincorporación integral de los firmantes, la justicia restaurativa, dialógica y prospectiva a la luz de lo acordado; a decir verdad, es un alto porcentaje una ilusión todavía por verse.
La JEP no es la misma que construimos en La Habana, sus sesgos que rayan con la Justicia Transicional Restaurativa, son evidentes. Una cantidad de macro casos que ahora la tienen en su laberinto, desarrollando y aplicando nuevas interpretaciones a esta justicia especial, restaurativa o reparadora y dialógica; colocándonos ante una inseguridad jurídica cierta, que nos cobija de incertidumbre, más, que hace 8 años…Cabe anotar en este nuevo aniversario que hace rato nuestro extinto secretariado y los comparecientes reconocimos y aceptamos nuestras responsabilidades crueles y es la hora que todavía esperamos resoluciones sancionatorias sobre la base de lo firmado ante la sociedad, la Comunidad Internacional y las Naciones Unidas.
Agradecemos a las víctimas y al Sistema de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición (SVJRNR) por su generosidad y por permitirnos transitar este camino de regreso a la vida en paz a la sociedad.
El estigma y el odio, ha mermado solo un poquito contra quienes firmamos este acuerdo donde ganó la vida en su digna condición humana.
Somos conscientes del daño causado y hemos aportado verdad y responsabilidad ante las víctimas y la sociedad, así lo hemos venido haciendo desde que apenas el AFP estaba en su gestación, hace más de 8 años; en las audiencias colectivas e individuales con las víctimas, con la Jurisdicción Especial para la paz, como firmantes; como comparecientes y ahora como quienes hemos sido seleccionaos por la magistratura a los Autos de Determinación de Hechos y Conductas (ADHC). Hemos reconocido nuestra crueldad con las imputaciones trasladadas y vamos a responder por ello, y sobre todo garantizando la no repetición.
Finalmente, seguiremos adelante trabajando y cumpliendo con la seguridad de que la razón y la justicia se impondrá, y obviamente; exigimos se nos brinde las garantías de seguridad física e integrales, para todas las personas inmersas en la construcción de la paz estable y duradera.
El proceso de paz debe ser abrazado por toda la sociedad, es el mandato del Acuerdo de Paz, el cual es Norma Constitucional y de obligatorio cumplimiento. ¡Seguiremos cumpliendo!
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