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Foto del escritorJack Goldstein

Álvaro Pablo Ortíz




Por David A. Rosenthal

Lo conocí en mi primer semestre de Ciencia Política en la Universidad del Rosario, me lo presento mi gran amigo, el destacado historiador santafereño Alfonso Ricaurte. Álvaro Pablo Ortíz, filosofo de la universidad del Rosario e historiador, así como investigador, concurría a diario el Claustro del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en pleno centro de Bogotá. Monumento histórico y gran referente nacional, tanto de la academia y la formación de los futuros dirigentes, hasta hace no tanto, entre otras cosas, también patrimonio histórico de Colombia.


El buen Álvaro Pablo, hijo de santandereano y de española, había sido criado de alguna forma por exnazis, como él recordaba,

El profesor Álvaro Pablo era un referente de aquel lugar, durante décadas impartió sus cátedras a una gran cantidad de alumnos. Experto en la historia colombiana, en la colonia española, de hecho, escribió ¨España: de madre patria a madrastra¨, que se convertiría en su libro más reconocido.

Álvaro Pablo, obsesionado con personajes como Gonzalo Pizarro, y leyendas como la del Dorado, de hecho, en alguna de sus recordadas cátedras magistrales impartidas con gran furor y casi que furia, traía al recinto con tonos de voz, que como decía, incluso le asustaban a el mismo. Y, es que, tenía especial fijación en personajes demenciales e irreverentes, como al interpretado por el feroz actor alemán Klaus Kinsky, Lope de Aguirre, apodado el ¨Loco pinto¨ en la película de culto: ¨Aguirre, la Ira de Dios¨. El lunático conquistador español sediento de riquezas y poder, que pereció junto a sus hombres en medio de la Amazonia, lo cual Álvaro Pablo reinterpretaba en su cátedra con tintes teatrales, además, solo como los grandes maestros saben y pueden hacerlo.

El buen Álvaro Pablo, hijo de santandereano y de española, había sido criado de alguna forma por exnazis, como el recordaba, que eran alemanes que tras la guerra habían llegado a Colombia a formar las filas del profesorado en el Colegio alemán. Es por esto que tenía una relación apasionada con el pueblo alemán y con su idioma, al igual que con la Segunda Gran Guerra, y con sus protagonistas.

A su vez, admirador del pueblo judío, me decía que, si volábamos juntos a Israel, en el aeropuerto Ben Gurion, a él lo dejarían pasar primero, debido a su parecido innegable con el padre de aquella ¨ciencia judía¨, el psicoanálisis, Sigmund Freud. Personaje que era de su entero afecto y ciencia que auto practicaba con sus colegas y alumnos.

La vocación por la historia era absolutamente nata, su forma de hablar era autentica y su estilo al escribir, era como escucharle hablar.

Su padre fue ministro de Rojas Pinilla, por lo que ese periodo en la historia colombiana era otro de sus fuertes. Al igual, la figura de Jorge Eliecer Gaitán le intrigaba a tal nivel de imitarle de forma febril y absorta. El tema de la creación de las guerrillas y de personajes tan siniestros como ¨Sangre Picha¨ y ¨Tirofijo¨ eran temas que le apasionaban y que lograba transmitir con la misma fuerza a la muchachada.

Siempre de ideas conservadoras y de derechas, mantenía una relación más que cordial con a lo que se refería con la curiosa, sutil y casi que incompresible palabra, ¨Mamerto¨. El expresidente Uribe se refirió en Twitter al deceso de esta ¨alma mater¨ de la nación, como un allegado a los postulados de su ideología.

Muy lejano de las teorías marxistas, en un pasado lo fue, hasta que se dio cuenta que por ahí no era.

Cuantos cafés y cuantas cajetillas de cigarrillos deja Álvaro Pablo en los recuerdos de quienes lo conocieron, envuelto en anécdotas, historias, biografías, bibliografías y buen humor. Decía ¨maravillas¨ cuando algo le contentaba y como imitando a su exprofesor, luego colega y gran amigo, Alfonso Ricaurte, a quien dedicaba parte de su clase también, en un coctel entre cariño, recelo, admiración y afecto. Muy cercano también del profesor y escritor, el doctor Enrique Serrano, con quien mantuvo una especial relación de amistad, enfocada en las letras, la historia y los avatares de nuestro país, hoy envuelto en un misterioso enigma, del cual nunca ha sido ajeno.

Gran critico de Colombia y de sus dirigentes, era prudente al hablar y recatado en materia política. Alvaro Pablo, era un hombre noble, un verdadero maestro, con claro oscuros propios de una personalidad nihilista y casi que estoica.

A él se juntan ya, los anteriormente fallecidos, Luis Enrique Nieto, quien fuera su jefe en el Archivo del Rosario, y un personaje con el que compartió curiosamente y de forma circunstancial en el intento de dejar el legado de las memorias de un curioso y celebre personaje bogotano, Alfonso Noguera, ¨Noguerita¨¨, a quien tuve el gusto también de conocer y de haber compartido interesantes tertulias a su lado, acompañado también del ilustre Jaime Santa Maria Pombo.

Pues bien, en el Aula Máxima, y en las otras aulas del Claustro, como en la renombrada ¨estrella¨ donde Álvaro Pablo rondó durante décadas como un maestro itinerante, se escucharán sus soliloquios o monólogos, envueltos en una extensa cátedra, tal como el mismo lo hubiera dicho. El Rosario el cual conocimos, le hará falta un matiz llamado Álvaro Pablo.

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